Por Lucía
Suárez Reino
Aquella fresca y radiante mañana de junio
lo encontró jovial y predispuesto: llegó puntual al bar Borghese, se sentó a la
mesa y pidió un té mientras dejaba a un lado una carpeta de cuero negro con
sellos del INCAA y de los Departamentos de Cultura de la Unión Europea y el
Mercosur, de la cual más tarde sacó un folleto sobre el evento motivo de la
reunión.
Él es Julio Rodríguez Caloggero, un joven director de cine argentino, pero
antes que argentino es de Tapiales, ese pequeño barrio del partido de La
Matanza situado un poco al Sur, otro poco al Oeste e ignoto para muchas personas
pero amado, definitivamente, por todos aquellos que han tenido el gusto de
conocer sus esquinas en alguna ocasión.
El evento es un festival, pero no uno cualquiera y, mucho menos, otro de los
tantos que se llevan a cabo en Argentina, al contrario, es uno que reviste
enorme importancia para el suburbio y para el distrito e infla de orgullo el
pecho de su organizador: es el Festival
Internacional de Cine/Corto de Tapiales, que este año celebra su décima
edición.
2004: Mauro Narducci, Juan Pablo Caserta y Julio Rodríguez Caloggero junto a Luis Margani (Actor y Jurado invitado) durante el rodaje de la apertura del Segundo Festival.
“Así arranca la historia”
Los primeros acercamientos de Rodríguez
Caloggero al mundo del séptimo arte fueron durante su infancia, sin querer pero
queriendo, dado que “de chico miraba, obviamente, mucho cine” y sentía especial
atracción por las películas de ciencia ficción que se transmitían por Canal 11
en los Sábados de Súper Acción aunque
hoy, debido a su profesión, tiene “gracias a Dios una amplitud para ver de
todo, me banco cualquier película”.
A la temprana edad de 14 años comenzó a
filmar algunos cortometrajes caseros junto a su amigo Andrés Raholin, quien además
hoy es su colega, y más tarde, en 1999, comenzó a estudiar la carrera de Cine y
Artes Audiovisuales en el CIEVyC, ubicado en el bucólico barrio porteño de San
Telmo.
La energía y la proactividad que
caracterizan a este entusiasta director rindieron sus frutos también en otras
áreas, como la publicidad, el teatro y la literatura, sin embargo la mayor
cosecha se refleja en su carrera cinematográfica dado que, tal como adelantó a
este medio, “estoy trabajando desde hace un tiempo en lo que va a ser mi ópera
prima, mi primer película”.
2003: Juan Pablo Caserta y Julio Rodríguez Caloggero junto al actor Juan Acosta
durante el Primer Festival de Cine Corto de Tapiales.
Un puente social y cultural
Sin lugar a dudas, plasmar sus ideas en el
celuloide es lo que apasiona a Julio Caloggero, tan es así que hace diez años
decidió compartir su entusiasmo con los vecinos de Tapiales, el lugar que lo
vio crecer, y se puso al frente del Festival Internacional de Cine/Corto por
“el amor al lugar propio y la necesidad de devolverle algo a la sociedad”.
Según el cineasta y Director General del
Festival, el motor de la muestra siempre fue “generar una pantalla, un espacio
que nosotros queríamos que se repita”, objetivo que él y sus colegas superaron
con creces ya que desde la primera edición de la muestra, realizada en la
Sociedad de Fomento de Tapiales allá por el año 2003, hasta hoy, el público que
se reúne para admirar los cortometrajes ha aumentado considerablemente.
Caloggero resalta, asimismo, que “el
público local indudablemente hace al Festival” porque, mientras a otros
festivales asisten, mayoritariamente, realizadores cinematográficos, “acá
podemos encontrar muchísimos vecinos que vienen a ver un cine que no pueden
verlo ni por la televisión ni por las salas de cine” y por eso se congregan en
la Plaza de La Bandera año tras año para disfrutar de las imágenes que emite la
pantalla gigante.
2008: una de las proyecciones de la competencia oficial.
Una década de superación
El Festival
de Tapiales, como se lo conoce en el barrio, cumple diez años este 2013,
motivo de inmensa alegría para su “progenitor”, quien sostiene que este
aniversario “demuestra que el Festival está inserto dentro del circuito
cinematográfico nacional e internacional, que ya tiene una identidad y una idiosincrasia propia” y
que alcanzó un grado de maduración y solidez considerables en comparación con ediciones
anteriores.
Es así como realizadores cinematográficos
de todos los rincones del mundo, ya no solamente de la escena local, envían sus
cortometrajes para que sean exhibidos en el Festival ante un público curioso y
ansioso por conocer una cara del cine totalmente nueva para ellos y también con
la esperanza de ser galardonados en alguna terna de los Premios Aborigen.
Desde la primera edición del proyecto hasta
la que se realizará este año, Rodríguez Caloggero notó una inmensa evolución en
materia de organización y realización: “Lo fundamental, que quizás no habíamos
tenido en cuenta, fue conocer al público” entonces, una vez que lo
identificaron, comenzaron a “crear nuevas acciones, crear nuevas pantallas”,
como las Muestras Itinerantes y los talleres de cine gratuitos y abiertos a la
comunidad.
2012: colmada la plaza de Tapiales la sede de la competencia oficial.
Un proyecto con vida propia
“El Festival ha tenido una evolución desde
la propuesta de contenido en sí”, afirmó el cineasta, y agregó que, a pesar de
que Tapiales no cuenta con la infraestructura necesaria para llevar a cabo este
tipo de exhibición, es decir, una sala de cine, “justamente esas condiciones
son las que le han dado la personalidad al evento, lo han potenciado y han
marcado la diferencia”.
El formidable proyecto que nació hace diez
años por el cariño que un productor cinematográfico le tiene a su vecindario ha
crecido y se ha convertido en uno de los eventos culturales de mayor
importancia del partido de La Matanza, algo que sin dudas es meritorio del
enorme reconocimiento que se le da en la actualidad a este Festival.
2011: en el cierre de la entrega de premios de la Octava Edición del Festival.
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